La verdad me abatió de nuevo.
Ese sentimiento de vacio se alojó nuevamente en mi pecho, algo que ocurría cada vez que hablaba, cada vez que pensaba, cada vez que me miraba al espejo...
Los últimos dias había olvidado por completo aquellos errores que me seguían desde que tenía memoria, aquellos que seguían como pequeñas y punzantes agujas que con el paso del tiempo se enterraban en la ya ensangrentada herida.
Nunca me detenía a pensar en lo que había hecho mal, no podía permitirmelo, a menos que quisiera pasar toda mi vida escribiendo estúpidas notas como ésta donde, de pronto, la tinta se correrá a causa de las lágrimas que caen de las comisuras de mis ojos.
Me golpea de nuevo, la cruda realidad. Mi rostro nunca había cambiado - y no lo haría, eso lo sé - lo que acrecentaba la enorme carga que llevaba, la cual, crecía con el paso del tiempo.
Escuchar aquellas palabras que fueron directamente a mi corazón fue como quebrar aquella frágil y transparente pared de cristal que había construido para protegerme... protegerme de mí.
Las cálidas lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero no debía llorar, no podía permitirmelo... y ahí estaba de nuevo, la vieja yo salió a flote otra vez, la vieja yo que trataba de contener, la vieja yo que tanto odiaba...
Sé que alguien leerá ésto, pero no sabrá que soy yo la que llora...
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